viernes, 19 de septiembre de 2008

Qué tiene de malo el libertarianismo (I)

En estos día inciertos en que nuestro modelo económico parece tambalearse, ciertos dogmas al uso en los últimos 20 años ("el mercado debe ser absolutamente libre", "la intervención estatal es mala para la economía", "el laissez faire produce crecimiento y riqueza inagotables"...) se están viendo cuestionado por los hechos. Los grandes gurús de la economía mundial están tomando decisiones que nosotros no podríamos creer hace un año, los liberales se hacen intervencionistas, los intervencionistas se hacen liberales... ¿estamos ante el Apocalipsis? ¿Tiene algo que ver el colisionador de hadrones?

Pues éste está siendo el tema estrella en los foros por los que paseo (a pesar de que los salvaPPatrias de turno extiendan la cortina de humo de que los progres andamos con cortinas de humo). El mundo se empieza a cuestionar un modelo económico desregulador que hasta ahora parecía el mejor de los mundos, y la ideología que lo sustenta (llámese liberalismo, neoliberalismo, libertarianismo...) está en solfa. Sin embargo, los que la defienden se baten ahora como gatos panza arriba, diciendo que la culpa de la crisis no es del laissez faire, sino de que "no hay suficiente laissez faire".

Por eso hoy quiero sacar a colación un ensayo sobre el libertarianismo (ese ideario de "el Mercado es Dios, el Estado es Satán") que encontré hace tiempo en internet, y que le pega un buen repaso. Es obra del bloguero norteamericano Mark Rosenfelder (creador de zompist.com, una web curiosa e interesantísima). Me gustó tanto el artículo que solicité al autor que me dejara traducirlo al castellano, y aquí lo traigo. Como es muy largo (demasiado incluso para lo que aquí se estila) lo voy a publicar en tres partes, aunque lo mejor es leérselo todo seguido. Muy bueno para conocer lo que hay detrás de esa doctrina que ha inspirado la economía mundial desde hace un par de décadas.

Antes de empezar, una matización terminológica: he traducido "liberal" por "progresista", pues ese es el significado de la palabra en EEUU. Lo que aquí llamamos, o más bien pretende llamarse "liberalismo" ("libeggalismo" en la jerga islamoprogretarra), esa cosa tan simpática de Fedeguico Jomeini Losantos, €$PP€ranza Aguirre, Libelo Digital o el Instituto Carmen de Mairena, es lo que allá llaman "libertarianism" (al menos en el aspecto económico, que es en el que se centra el ensayo). Aquí lo he traducido, para evitar equívocos (y por economía del lenguaje, para no tener que escribir "liberalismo libertario"), como "libertarianismo". Sí, a mí también me chirría en los oídos, pero es lo que he juzgado como más preciso (en España "libertarismo" suena a otra cosa). Así que no me enrollo más y paso al ensayo de Mark Rosenfelder (1ª parte).

Qué tiene de malo el libertarianismo

“La libertad perfecta que ellos buscan es la libertad para esclavizar a los demás.” – Abraham Lincoln

Al parecer la maldición alguien ha funcionado: vivimos en épocas interesantes, y entre otras consecuencias, sin ninguna buena razón, tenemos un exceso de libertarianos. Con este artículo espero ayudar a mantener la demanda baja, o por lo menos a explicar a los correspondientes libertarianos por qué no me impresionan con comentarios como “¡seguro que te encanta dejar que te roben tu dinero!”

Los buenos libertarianos y los otros

Este artículo se ha reescrito, por dos razones. En primer lugar, el artículo original tenía notas al margen para tratar objeciones comunes. Por las reacciones de varias personas, da la impresión de que nunca las leían. Ahora están incorporadas al texto.

En segundo lugar, y de manera más importante, mucha gente que se hace llamar libertariana no se reconoció en la descripción. Hay libertarianos y libertarianos, y a veces las distintas facciones se desdeñan – o no parecen estar al tanto unas de otras.

Si tú:

  • nunca has oído hablar de (o no te interesan mucho) Rothbard, Rockwell, Rand y von Mises
  • aceptas que la Corporación Federal de Seguro de Depósitos [fondo estatal de compensación ante pérdidas bancarias de EEUU – N. del T.] es una idea bastante buena
  • deseas un estado más pequeño, más eficiente, pero no sueñas con deshacerte de él...
entonces esta página no está realmente dirigida a ti. Probablemente eres más bien lo que yo llamaría un conservador anti-intervencionista; y si votaste contra Bush, probablemente podríamos llevarnos bien. Por otra parte, tal vez desees darte una vuelta para ver lo que están diciendo tus colegas más fundamentalistas.

El Contra-Comunismo

El Libertarianismo me suena como si alguien (llamémosla “Ayn Rand”) se hubiera puesto manos a la obra para crear el Contra-Comunismo. Así:

Comunismo

Libertarianismo

La propiedad es robo

La propiedad es sagrada

Totalitarismo

Cualquier gobierno es malo

Los capitalistas son bandidos comeniños

Los capitalistas son nobles héroes nietzcheanos

Los trabajadores deben gobernar

El activismo de los trabajadores es malo

Los pobres están oprimidos

Los pobres son unos inútiles mimados



¿Suena exagerado? Escuchemos a Murray Rothbard:

Afirmamos aquí, sin embargo, que el modelo del Estado no está relacionado con la empresa de negocios, sino más bien con la organización criminal, y de hecho el Estado es una organización de robo sistematizado y ampliamente documentado.

O aquí está
Lew Rockwell sobre Rothbard (los subrayados son míos):

Él fue también el arquitecto del cuerpo de pensamiento conocido mundialmente como libertarianismo. Esta filosofía política radicalmente anti-estado une la economía de libre mercado, un vínculo sin excepciones a los derechos de propiedad privada, una profunda preocupación por la libertad humana, y un amor a la paz, con la conclusión de que la sociedad debe ser totalmente libre para desarrollarse sin ninguna interferencia del estado, que puede y debe ser eliminado.

Thomas DiLorenzo sobre el activismo obrero: “Los sindicatos [persiguen] políticas que perjudican a las mismas instituciones del capitalismo que causan su propia prosperidad”. O Ludwig von Mises: “Lo que eufemísticamente se llama hoy derecho a la huelga es de hecho el derecho a coaccionar a los trabajadores, recurriendo a la violencia, para impedir trabajar a quien desea trabajar” (la violencia patronal es al parecer aceptable). El programa del Partido Libertariano explica que los trabajadores no tienen ningún derecho a oponerse a pruebas de drogas, y apoya el regreso del trabajo infantil.

Sobre Nietzsche, como uno de mis correspondientes apunta, algunos libertarianos adoran a Nietzsche, y otros lo han leído (aunque respondería que alguna gente idolatra a los ejecutivos, y otros han trabajado para ellos). No obstante, pienso que la atmósfera nietzscheana de ardiente rechazo a la moralidad convencional, exaltación de la voluntad de poder y desprecio hacia la afeminada compasión cristiana con las masas, es parte de las raíces del libertarianismo. Es inequívoco en Ayn Rand.

El punto más importante es, sin embargo, que el capitalista es el malo malísimo para los comunistas, y un héroe glorioso para los libertarianos; que la propiedad privada es “un robo” para los comunistas, y “un derecho natural” para los libertarianos. Esto encaja tan ajustadamente que no puede ser una coincidencia. Es bastante natural, cuando un elemento básico de la sociedad es atacado como un mal, que sus defensores contraataquen elevándolo a un principio fundamental.

Como deberíamos haber aprendido de la historia del comunismo y el
fascismo, la contradicción no es ninguna garantía de verdad; puede conducir de un error al error opuesto. Y muchos que rechazaron comunismo, no obstante, siguieron siendo extremistas. La gente que abandona un extremo ideológico en general termina en el otro, rápidamente (David Horowitz) o lentamente (Mario Vargas Llosa) [en España podríamos añadir a Federico Jiménez Losantos o a Pío Moa – N. del T.]. Si eres la clase de persona a la que le gustan los absolutos, los deseas aunque todas tus demás convicciones hayan cambiado.

¿Quién necesita hechos?

La metodología no es muy diferente, tampoco: consiste en contraponer los obvios males del mundo con un cuento de hadas. El comunista de 1910 no podría señalar ni un solo caso real de su utopía; tampoco puede hacerlo un libertariano actual. Con todo, son inamovibles en su convicción de lo que puede y debe suceder.

A los libertarianos académicos les encantan las argumentaciones abstractas y exentas de hechos – son frecuentes en las justificaciones de por qué la propiedad privada es un derecho absoluto. Como ejemplo al azar, una de
James Craig Green:

Este concepto de la propiedad privada se originó en algunas de esas tribus primitivas cuando los individuos reclamaron posesiones para sí mismos frente a la propiedad colectiva de sus grupos. Basándose en la iniciativa individual, el trabajo y la innovación, algunos tuvieron éxito al establecer una propiedad separada y privada para ellos mismos. [...]

Ejemplos de la propiedad natural sobre recursos de la tierra y del agua se han dado ya, pero merecen más detalle. Una ilustración de cómo se lograría esto es una granja, con canales de regadío para cultivar, en los áridos estados del oeste. Para apropiarse de recursos naturales sin dueño, un colono utilizó su trabajo para despejar la tierra y cavó acequias para transportar el agua de un río, para regar. Las cosechas fueron plantadas, los edificios fueron construidos, y la propiedad así creada fue protegida por su dueño contra la agresión o las reclamaciones posteriores de otros. Este proceso fue una creación legítima de propiedad privada.

El primer párrafo es pura fantasía, y es sencillamente falso como retrato de las “tribus primitivas”, que son en general extremadamente colectivistas según los estándares norteamericanos. El segundo suena bien precisamente porque deja fuera todos los hechos reales de la historia americana: la tierra de los colonos no estaba “sin dueño”, sino que fue robada de los indios por una conquista estatal (y mucha fue robada también a los mexicanos); las tierras fueron concedidas a los colonos por el estado; los ferrocarriles, creados por concesión del estado, ligaron las comunidades a la economía nacional; las cosechas fueron adaptadas a las condiciones locales por las instituciones agrarias estatales.

Gracias a
mi ensayo sobre los impuestos, recibo rutinariamente correos con apasionadas arengas que nunca mencionan ni un hecho del mundo real – o que simplemente maquillan las estadísticas que quieren.

Este tipo de agresividad testicular gana probablemente puntos en los partidos, donde nadie va a agarrar un balance para comprobar sus cifras; pero para mí es un pecado capital. Si alguien tiene una respuesta para todo, aboga por cambios que nunca se han intentado y presenta pruebas deshonestas, es un cantamañanas. Si un hombre no tiene ninguna duda, es porque su hipótesis no es falsable.

La desafección por los hechos no es simplemente un hábito de algunos chalados de Internet; es realmente la doctrina libertariana, el fundamento de la “Escuela Austriaca”. Aquí está Ludwig von Mises en Problemas Epistemológicos de la Economía:

Ya que no hay regularidad perceptible en la aparición y encadenamiento de ideas y juicios del valor, y por lo tanto tampoco en la sucesión y encadenamiento de actos humanos, el papel de la experiencia en el estudio de la acción humana es radicalmente diferente del que juega en las ciencias naturales. La experiencia de la acción humana es la historia. La experiencia histórica no proporciona hechos que pudieran servir en la construcción de una ciencia teórica que se puedan comparar a los que la experimentación y la observación en laboratorio proporcionan a la física. Los acontecimientos históricos son siempre el efecto común de la cooperación de varios factores y cadenas de causalidad. En materia de acción humana ningún experimento puede ser realizado. La historia necesita ser interpretada por el entendimiento teórico obtenido previamente de otras fuentes.

Las “otras fuentes” resultan ser cavilaciones de mesa camilla sobre cómo deberían ser las cosas. Es bastante cierto que la economía no es como la física; pero eso no nos autoriza para dar la espalda a los métodos de la ciencia y volver a la especulación escolástica. La economía debe moverse siempre en la dirección de la ciencia, del experimento y de la falsabilidad. Si fuera realmente verdad que no puede, entonces nadie, incluyendo los libertarianos, tendría derecho a sostener su creencia en cualquier programa económico.

Cómo intentar nuevas cosas

Alguna gente no está demasiado incómoda por la carencia éxitos en el mundo real del libertarianismo. Después de todo, afirman, si nadie intentara algo nuevo, nada cambiaría nunca.

De hecho, estoy totalmente a favor de la experimentación; así es como aprendemos. Creen un estado libertariano. Pero que funcione como un experimento apropiado. Comiencen a escala reducida. Establezcan exactamente cómo se probarán sus hipótesis: ¿renta per capita? ¿renta media? ¿esperanza de vida? ¿valor de las propiedades? ¿encuestas sobre felicidad? Instalen un control: por ejemplo comiencen con dos comunidades lo más semejantes que se pueda conseguir, en tamaño, riqueza inicial, recursos y cultura, y que una siga el liberalismo progresista, y la otra el libertarianismo. Sigan los resultados – nada de cambiar las metas si los progresistas parecen “triunfar”.

Estoy incluso dispuesto a ver pruebas parciales. Si una ideología es realmente mejor que otras en producir prosperidad general, entonces siguiéndola parcialmente debe producir resultados parcialmente mejores. Jonathan Kwitny sugirió comparar un sistema parcialmente socialista (p.e. Tanzania) con otro parcialmente capitalista (p.e. Kenya – Kenya se veía mucho mejor). Si las pruebas son parciales, por supuesto, desearemos más pruebas; pero la experiencia humana es bastante amplia.

Son los libertarianos, no yo, los que se oponen a esa responsabilidad de rendir cuentas. Cuando señalo ejemplos de naciones que siguen parcialmente las opiniones libertarianas – lo haremos más adelante – me dicen que no cuentan: solamente el Puro y Real Libertarianismo De Mi Propia Facción puede ser probado.

Una vez más el pensamiento del “todo o nada” va generalmente unido al fraude intelectual. Si un sistema no se puede poner a prueba, es porque sus autores temen probarlo. Por el contrario, confío lo bastante en los valores progresistas y científicos que me agrada ver incluso una adopción parcial. Incluso una poca libertad es mejor que la dictadura. Incluso una poca ciencia es mejor que la ideología.

Desafortunadamente un sistema político no comprobado tiene un gran atractivo retórico. Puesto que no podemos verlo en acción, no podemos señalar sus obvios fallos, mientras que el ideólogo puede ser cáustico sobre todo lo que se ha intentado realmente, y que inevitablemente ha caído lejos de la perfección. Quizás es por eso por lo que Dave Barry y Trey Parker son libertarianos. No obstante, preferiría votar por un político que ha demostrado que sus programas funcionan en el mundo real que por un humorista, por más que me divierta.


Continuará...

2 comentarios:

PePe dijo...

Ya leí el artículo en inglés ayer, y desde aquí mis grascias al autor por esforzarse en traducirlo. Es una muestra muy clara de por qué los "libertarians" son, a efectos prácticos, una pandilla de mermados cerebrales; también es una muestra de por qué ya no me gustan Trey Parker ni Matt Sone (ambos "libertarians"), pero eso es otra historia.

Anónimo dijo...

Muy bueno el comentario de Rosenfelder. Claro, conciso y eficaz.

 
Dejen a nuestros ancianos tranquilos
19A-lomojó