“Que parezca una decisión democrática”
Ésta parece ser la instrucción que debió dar el Presidente de la Xunta, perdón, de la Junta de Galicia, Núñez Feijoo, a su Conselleiro, perdón, Consejero de Educación, Jesús Vázquez (no confundir con el presentador de televisión). Se trata de los planes del PP para retroceder en la política de normalización de la lengua gallega, derogando el decreto de uso del gallego en la enseñanza aprobado en 2007 por el Bipartito.
Decreto que al principio el PP apoyaba, hasta que el pasado Octubre "se cayeron del caballo" y "descubrieron" que el 50% de clases en gallego que antes apoyaban era una terrible imposición totalitaria de los nacionalistas. Durante la campaña el PP hizo mucha demagogia y dijo muchas tonterías a propósito del gallego, para evitar que los votos de los “¡¡¡serrompespaña!!!” se le escaparan a UPyDance. Este objetivo se consiguió, pero luego aparecieron los pseudobilingües de Jloria Lajo a pasar la factura y le recordaron a Núñez Feijoo que en campaña había prometido que consultaría a los padres sobre la lengua de la enseñanza.
El caso es que Núñez Feijoo prometió muchas cosas en campaña, de las que ya ha incumplido unas cuantas, y no baladíes. Pero en este asunto de la lengua tiene encima la mirada inquisitiva de sus jefes de Madrid, de FAES de las JONS, el ABC, El Mundo, la COPE y en general todo ese movimiento nacionalista español que desde hace unos años está empeñado en arrinconar o eliminar cualquier signo de la diversidad en el interior de España (también las lenguas, o más bien, especialmente las lenguas), por aquello de “¡¡¡¡¡ESPAÑA SE ROMPE!!!!!”. De hecho, desde que tomó posesión, Feijoo ha dedicado más esfuerzos contra el gallego que contra la crisis (para que luego diga Rajoy que esto de los “debates identitarios” no le importa a nadie y que hay que preocuparse de la crisis). Es lo que tiene el nacionalismo identitario y excluyente del que la derecha española (PP, UPyDance, la caverna mediática…) acusa a los demás, porque el nacionalismo es como los mocos, “son todos asquerosos menos los míos”.
Así que “veeenga, vamos a consultar a los padres, pues”, se debió decir Feijoo. “Que se encargue alguien de confianza, y que parezca un accidente”, debió instruir a sus colaboradores. Así que se han montado esta “consulta” a la que han vestido como un peazo de referéndum superdemocrático que te cagas. Naturalmente los fanboys del PP están extasiados, “mira qué guays y qué molones y qué superdemocráticos somos”, pero no hay que ser excesivamente perspicaz para darse cuenta de que se trata de una consulta con trampa y letra pequeña. En estos enlaces están los papelitos de las consultas, para Educación Infantil, Primaria y Secundaria. Con un vistazo se pueden apreciar muchas cosas, y ninguna buena.
1º: Es una consulta parcial y restringida.
Se ha presentado como una consulta “para que los padres elijan en qué lengua quieren la educación de sus hijos”, pero no es así. En la pregunta se desliza con disimulo la expresión “asignaturas troncales”: es decir, sólo una parte de las asignaturas son sometidas a consulta, mientras que el resto queda al arbitrio de la Xunta, perdón, Junta.
Esto es tan “democrático” como si los votantes pudiéramos elegir a la mitad de los diputados del Parlamento y la otra mitad fuera designada a dedo por el presidente bananero de turno. Así cualquiera gobierna a gusto, y por supuesto “democráticamente”.
2º: Sólo se consulta contra el gallego.
Precisamente esa parte de las asignaturas que se someten a consulta son las que con el decreto actual se imparten (o deberían impartir, que esa es otra), en gallego. El resto, las que no se consultan, en principio se imparten en castellano, de lo que se deduce que las clases en castellano no son opinables, sólo las clases en gallego. Uno puede pedir que lo que se da en gallego se dé en castellano, pero no lo contrario.
Completando lo anterior, el decreto vigente (que no se cumple en la mayoría de los casos) establece que las no troncales (las que no se consultan) podrían impartirse en gallego en función de las necesidades y la situación sociolingüística de cada centro. Pero como he dicho en el punto 1º, esa parte del currículum queda fuera de la consulta para que la Xunta haga lo que le dé la gana (y ya nos olemos en qué sentido).
En fin, que los defensores del castellano y los defensores del gallego en la enseñanza somos iguales, pero unos más iguales que otros.
3º: Se presentan opciones engañosas y con un sesgo marcado.
Se ofrecen cinco posibles respuestas:
1ª: todo en gallego;
2ª: mayoría en gallego;
3ª: unas en gallego y otras en castellano;
4ª: mayoría en castellano; y
5ª: todo en castellano.
La clave del engaño es la tercera opción: situada en un “justo medio”, induce a creer que si quieres un reparto de lenguas equilibrado al 50% (lo que establecía el decreto que quieren derogar) debes escogerla.
Pero no es así: como ya indiqué en el punto 1º, sólo las asignaturas en gallego son sometidas a consulta: escoger la presunta “mitad y mitad” aquí significa realmente escoger una cuarta parte de gallego. Quien quiera mantener el reparto al 50% del decreto vigente debería escoger la opción “todo en gallego”.
Sin embargo, la encuesta se ha organizado para que se responda sin pensárselo demasiado (se ha presentado en un plazo corto, al final del curso, sin abrir un debate en condiciones e incluso intentando impedir a los profesores y sindicatos informar sobre ella – aunque Galicia Pilingui ha repartido folletos sin quejas del Conselleiro, perdón, Consejero). Teniendo en cuenta que se le ha dado un papel al niño en plan “llévale esto a tu padre y me lo traes cubierto, y no hagas preguntas”, y que los gallegos somos tan “gallegos”, se busca que los padres, respondiendo con prisas y sin información, elijan esa opción creyendo que están optando por un bilingüismo equilibrado.
4º: No existe una opción de “gallego y castellano por igual al 50%”… aunque se pretenda hacer creer que sí.
Pero es que además tampoco en el caso de la 3ª opción de marras, presuntamente ecuánime, estamos ante una opción “50/50”: la respuesta (“unas en gallego y otras en castellano”) es tan imprecisa, tan ambigua y tan omnicomprensiva (realmente engloba a la 2ª y la 4ª) que escogerla equivale a decir “hagan lo que quieran”. Contrasta con la rotundidad y la claridad de las opciones “TODO en gallego”, o “TODO en castellano”. Ésta dice “unas en gallego…” ¿“unas” CUÁNTAS? Pues las que la Xunta decida por su cuenta, claro. Luego podrán justificarse diciendo “eh, que nosotros nunca dijimos mitad y mitad”.
Un comentarista en O Xornal me contestaba a esta objeción que en Primaria no se puede pedir el 50% en cada idioma porque sólo hay 3 asignaturas troncales. Dejando a un lado el hecho de que estrictamente en Primaria NO hay asignaturas “troncales”, esto deja de manifiesto (aún más) que esa 3ª opción es un engaño, porque ciñéndose a que hay 3 asignaturas, se queda sin contenido: con la opción “todo en gallego” la relación gallego-castellano sería 3-0; con “todo en castellano”, 0-3; “mayoría gallego” es 2-1, y “mayoría castellano” es 1-2. ¿Qué más “resultados” puede haber? ¿Qué significa entonces “unas en gallego y otras en castellano”? Pues nada, “haced como queráis”, como he dicho.
5º: Sólo se pregunta a los padres de los alumnos del curso que termina.
Restringir la consulta a los padres del alumnado actual está vulnerando los derechos de aquellos que matricularán a sus hijos el año que viene o los siguientes. Paradójicamente, se pregunta a los padres de alumnos que este año han terminado sus estudios, pero no a los de los que los van a empezar el año próximo (que serán los directamente afectados), y no sólo a los que entran en el parvulario, sino a todos los que pasan de un ciclo a otro. En este sentido resulta gracioso que se “pondere” la consulta (a cada padre se le entrega un impreso por cada hijo), cosa que me parece hasta razonable, si no fuera porque al mismo tiempo se está excluyendo a muchos padres que ahora no tienen ninguno en el sistema pero lo(s) tendrán cuando el nuevo decreto se aplique.
Si en esta consulta se va a basar un decreto que regulará la enseñanza gallega para los próximos 16 años (según ha dicho el Conselleiro, perdón, Consejero), debería extenderse a toda la sociedad gallega, no sólo a los padres de los alumnos del curso 2008-2009. A menos, claro:
A) que la consulta no sea vinculante, sino “orientativa” (es decir, que al final la Xunta hará lo que quiera); Vázquez ha dicho que la opinión de los padres será “respetable”, que no es lo mismo que “respetada”; o
B) que todos los años se repita la consulta para “actualizar”, lo que someterá a nuestro sistema educativo a un baile y un meneo continuo (por no hablar de los 300.000 € largos que ha costado la broma: “austeridad” por un tubo, de esa que prometió Feijoo)
6º: No hay garantías ni control.
Las medidas anunciadas por el Conselleiro, perdón, Consejero, para “garantizar” la fiabilidad y la confidencialidad de las respuestas son de risa. Se resumen en que el director de cada centro meterá las encuestas cubiertas en un sobre cerrado y las mandará a la Consellería, perdón, Consejería, junto con una lista de qué padres de qué alumnos han respondido (y por eliminación, cuáles no). Ah, y tal vez un parte de chivatazos sobre quienes han osado criticar la consulta, vaya usted a saber para qué…
No hay ningún control externo en ninguna fase. El director puede tirar las encuestas a la basura y meter en el sobre las que quiera, incluso cubrirlas él. En la Xunta, perdón, Junta, pueden hacer lo mismo, si les apetece. El recuento lo harán como les dé la gana y publicarán el resultado que quieran (o no lo publicarán si no les apetece). Los impresos andan por ahí tirados e incluso los alumnos los cubren por su cuenta (“voy a poner todo en castellano porque así es una asignatura menos” – que vivan el rigor y la buena información).
En definitiva, que esta consulta es tan fiable y tan democrática como las típicas elecciones de república bananera, en las que invariablemente el pueblo agradecido expresa su apoyo masivo e inquebrantable al dicta… presidente de turno.
7º: Chapuzas varias.
Se plantean además un montón de interrogantes que revelan la tremenda chapuza y el nulo rigor de esta consulta: ¿qué pasa si el padre quiere escoger una cosa y la madre la otra? ¿quién prevalece? ¿a quién se le pregunta en el caso de padres separados? El que no tiene la custodia a fecha de la consulta ¿no puede opinar? Y ¿qué pasa con los alumnos que ya tienen casi 18 años, no deberían opinar también algo?
También tiene su gracia que pregunten a los padres por el idioma en el que prefieren que sus hijos hagan los exámenes. Si se supone que estos señores defienden la “libertad de idioma”, no tiene mucho sentido quejarse de que los profesores le “imponen” a los alumnos hacer los exámenes en una determinada lengua (vamos, en gallego – sólo se quejan de estas cosas los de siempre) y a continuación hacer que los padres tomen una decisión sobre ello, con lo que se pasa de una “imposición” a otra.
De hecho, aquí tenemos otro incómodo ejemplo de cómo esa “libertad de idioma” de los padres entra en conflicto con los derechos de los hijos. No es el único caso: permitir, como se pretende, que los padres puedan decidir que su hijo NO aprenda uno de los idiomas cooficiales cercena el derecho del niño a conocer los dos idiomas, y ese derecho está garantizado por las leyes…
Si se va a permitir escoger el idioma para los exámenes, debería ser el alumno el que lo hiciera en cada ocasión, y no los padres, pues a fin de cuentas es él el que va a tener que responder y expresarse. Si la cosa le preocupa mucho escogerá lo que prefiera, y si no tiene complejos con la lengua, le dará igual hacerlo en gallego o castellano; o algunos días se levantará con ganas de usar una lengua y otros días otra (vamos, se trata de bilingüismo del de verdad, y no lo que vende Galicia Pilingui).
Y me llama la atención una pregunta un pelín absurda: tras preguntar por la lengua de las clases, a continuación preguntan por el idioma de los libros de texto y otros materiales. ¿Acaso tiene algún interés dar una asignatura en un idioma con libros en el otro? ¿Alguien va a elegir así? Es de suponer que, en esta encuesta, el que escoja clases en castellano escogerá también libros en castellano, y el que las escoja en gallego escogerá los libros en gallego, y lo mismo con todas las opciones, por lo que la pregunta es superflua.
Esta pregunta me parece que tiene muy poco que ver con la pedagogía, y sí mucho con una de las monsergas favoritas de Jloria Lajo y sus mariachis, que exigían que sus hijos tuvieran libros en castellano incluso para las asignaturas impartidas en gallego. La verdadera pregunta que debían tener en mente cuando la redactaron es “¿quiere usted que su hijo use libros y material en el idioma que a usted le dé la gana, al margen del idioma de la asignaturas y de lo que esto pueda entorpecer los estudios de su hijo?”
En definitiva, que todo esto es un paripé improvisado para disfrazar de “decisión democrática” lo que no es sino una decisión ya tomada por el gobierno. A Feijoo le han ido los de Galicia Pilingui a reclamar “¿qué hay de lo nuestro?” y ha tenido que montar esto para salir del paso: una encuesta chapucera, engañosa, injusta y sin ninguna fiabilidad, cuyas preguntas parecen haber sido dictadas por Jloria Lajo (especialmente las de los idiomas de los libros y los exámenes).
Me hacen reír los que se regocijan diciendo “qué bien, por fin nos escuchan a los padres”, porque tal como se ha planteado, esta encuesta en una completa tomadura de pelo: deja a la Consellería, perdón, Consejería, margen de maniobra de sobra para hacer lo que le dé la gana y encima quedar bien. En fin, que sí, que “escuchan” a esos padres tan preocupados; luego a ver si se les hace caso.
Afortunadamente han sido muchos (y he de reconocer con alegría que más de los que yo esperaba) los que se han dado cuenta de que esto es un paripé y de que el PP pretende emplear a los padres como coartada para cumplir los deseos de un grupo minoritario y extremista. La mayoría de los padres veían los pataleos de Galicia Pilingui con indiferencia, porque mal que le pese a Jloria Lajo la mayoría de los gallegos no compartimos sus prejuicios lingüísticos ni sus complejos. Pero con esto de la encuesta se ha pretendido envolverlos a todos en una guerra que no es la suya.
El resultado se ajustará como anillo al dedo a los deseos del Conselleiro/Consejero (¿alguien espera otra cosa?), y Feijoo hará el decreto que le dé la gana, con el aplauso de la COPE y los pseudobilingües, mientras Rajoy le pasa la mano por el lomo. Todo el mundo lo sabe, pero la sensación que ha dejado este chanchullo no es buena porque se les ha visto demasiado el plumero: ha habido protestas de ANPAs, de sindicatos de la enseñanza, de claustros, de padres, de profesores, de universidades, de profesionales que desmienten eso de que “el gallego no sirve para nada”...
Veo muy probable que la generalizada indiferencia ante esta “guerra de lenguas” importada a Galicia comience a transformarse en una reacción contra la prepotencia y la manipulación de Galicia Pilingui. Bienvenido sea.
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