miércoles, 23 de mayo de 2007

Estampitas electorales III: alguna vez tendrá que tocarle

Prosigo con mi serie de estampitas electorales: tras un recorrido por la provincia con la alcaldesa de Porqueira y el ex-alcalde de Os Blancos, regreso a la capital para hablar de otro personaje, que tiene ganado hace tiempo su papel en el reparto de protagonistas de la política de esta ciudad. Se trata de Antonio Troitiño López, todo un clásico.

Hace unos días dió un mitin en mi barrio, pero sólo llegué a tiempo de ver el final, cuando volví a casa. Me pregunto cómo empezaría su discurso: "Hola, soy Troy-Tiño. Tal vez me recuerden de otras campañas electorales como la del PSOE del 99 o la de 'Socialistas Por Ourense' del 2003". Porque sí, amigos: esta es la tercera ocasión en la que se presenta para alcalde, y cada vez lo ha hecho con un partido distinto. Aunque todavía está lejos de la plusmarca establecida en esta ciudad por José Luis Mondelo, antiguo concejal que pasó por media docena de partidos diferentes y logró ser alcalde durante unos meses entre 1990 y 1991, tras varias carambolas de pactos, transfuguismos y mociones de censura (y eso que en las elecciones había sido el tercero de la tercera lista en votos). Troitiño también parece que va probando partidos hasta dar con el bueno, el que le dé la alcaldía. Alguna vez tendrá que tocarle, pensará.

Antonio Troitiño, el eterno candidato (alguna vez tendrá que tocarle...)

Además, Troy-Tiño tiene un parecido razonable con Troy McClure, "tal vez me recuerden de otras campañas electorales..."

El primer intento: de estrella socialista a estrella rebelde

La primera vez que se presentó fue en 1999, encabezando la lista del PSdeG-PSOE tras la retirada del ex-alcalde socialista Manuel Veiga Pombo, con el que había sido concejal. Los socialistas de Ourense, desorientados buscando candidato, escogieron a Troitiño, que estaba bien relacionado con los movimientos vecinales y era bueno organizando campañas y mítines (y sigue siéndolo - siempre ha sido un gran actor, especializado en los apasionados discursos populistas). A Troitiño le cupo el honor de obtener los peores resultados del PSOE en el Concello de Ourense en muchos años: pasó de ser el segundo partido a ser el tercero, detrás del BNG, aunque siendo justos no podemos cargarle toda la culpa a él, pues en aquella época el PSOE estaba hecho unas bragas en toda España, en vísperas de la mayoría absoluta de Aznar. En aquella ocasión yo le voté (a Troitiño, no a Aznar), y de todas las veces que he votado, esta ha sido la única vez en la que después me arrepentí, viendo el esperpento del PSOE de Ourense durante la legislatura 1999-2003. La cosa empezó por la situación de "bicefalia" creada dentro del partido tras las elecciones: Troitiño había sido escogido como cabeza de cartel por su tirón electoral, pero no acababa de ser del agrado de la directiva, y ya estaba desde tiempo atrás metido en pugnas por el poder interno entre las "familias" del PSOE orensano... en el partido eran sus adversarios los que tenían la sartén por el mango, pero Troitiño, al verse con el grupo municipal en sus manos, no desaprovechó la ocasión para usar su cargo municipal contra ellos.

Confiado en su habilidad para los mítines, populista, demagogo, vanidoso, indisciplinado, soberbio, con aires de estrella y aficionado a chupar cámara y a actuar a su libre albedrío, Troitiño convirtió al grupo de concejales en un reino de taifas que él dirigía a su aire, al margen del partido, y a menudo en contra de los intereses de éste, empezando con plantes a la directiva y llegando incluso a acusaciones de corrupción e insubordinaciones varias. Es más: uno de los concejales (Manuel Salgueiro), discrepante con Troitiño, sufrió auténtico "mobbing", siendo marginado y acallado dentro del grupo. Daba la casualidad de que Troitiño y Salgueiro estaban enfrentados por un viejo asunto de cuando gobernaban: un vertido irregular del matadero al río Miño. Troitiño era el responsable del matadero y Salgueiro el de la red de saneamiento, y la patata caliente de "¿quién había sido el negligente?" estaba entre ambos (aunque parece que Salgueiro no era culpable; entonces...)

Hartos de la situación, los dirigentes locales del partido estudiaron suspender de militancia a su supuesto "portavoz", provocando la respuesta de algunos barones provinciales que apoyaron a Troitiño, el carismático. Ante el desbarajuste del PSOE orensano, intervino la ejecutiva del PSdeG-PSOE, declarando estado de sitio en la agrupación, suspendiendo de militancia a tó Cristo y nombrando una gestora para refundar el partido. Ante esto, Troitiño y sus seguidores se declararon república independiente y se atrincheraron en sus concejalías. Se lo tomaron bastante mal, y rajaron a saco de Touriño y Zapatero, acusándolos de débiles y de mendigar "pactos vergonzantes" con Fraga y Aznar (hoy día Troitiño ataca a ZP por lo contrario, ya saben, el argumentario pepero de ZP rompe España y tal y cual...) Con esto, Troitiño se autoexcluyó del PSOE, dejando claro quién era el culpable de la ruptura.

Troitiño se llevaba 5 concejales de 6 y su puesto de diputado provincial (devolvieron los carnets pero no las actas, no eran listos ni ná). El único concejal socialista fiel a la dirección del partido, Salgueiro, estuvo realmente secuestrado políticamente por los de Troitiño: Salgueiro solicitó pasar al grupo mixto para poder tener voz, en nombre del PSOE (ya que no tenía fuerza numérica para quedarse con el nombre de "grupo socialista", a pesar de ser el único socialista del grupo); algo que consiguió seis meses después. Pero Troitiño se empeño en mantenerlo sometido a su mando, alegando triquiñuelas reglamentarias. Qué puñetas pretendía lograr Troitiño con esto, nunca lo entendí, salvo como puro odio vengativo. La saña, la soberbia y la mezquindad empeñada por el ex-socialista en esta operación (que tuvo éxito) fue el punto más bajo que alcanzó como concejal: en lugar de ejercer la oposición, Trotiño dedicaba sus mayores esfuerzos a pisotear a sus ex-compañeros, mientras el alcalde del PP, con irónica sonrisa, hacía y deshacía a su antojo. En lugar de preocuparse por la ciudad y el bienestar de los orensanos, Troitiño dedicaba su puesto en el Concello a sus vendettas personales. La de Salgueiro no sería la única: su otrora fiel aliada, Carmen Refojo, que le había seguido ciegamente en su aventura, sufrió sus iras por no compartir sus puntos de vista sobre urbanismo (el rey de la indisciplina exigía ahora disciplina a los demás). La coña marinera dió así otra vuelta de tuerca: en 1999 el PSOE había obtenido 6 concejales en el Concello de Ourense, haciendo oposición; a unos meses de las elecciones de 2003, no tenía ninguno, pues Salgueiro seguía atado y amordazado por Troitiño (aunque ya cerca del final de la legislatura los tribunales le dieron la razón). En cambio, tras abandonar por las malas el partido que le había dado el puesto, Troitiño tenía su asiento de concejal, los de otros tres fieles y los de dos concejales "encadenados", para hacer no-se-sabe-qué. Bueno, algo sí: aún tuvo tiempo de apoyar el plan de urbanismo del PP, rechazado por el BNG y el PSOE oficial.

El segundo intento: de estrella rebelde a estrella independiente

Pero las municipales del 2003 se acercaban, el PSOE se había reconstituido sin él (bueno, "daquela maneira", porque esto daría para otro largo artículo) y Troitiño, tras dedicar toda la legislatura a sus batallitas particulares, dedicó los últimos meses a su propia supervivencia política. Todo un ejemplo de abnegado y desinteresado servidor público. Así que, para tratar de conservar la poltrona, se montó su propio partido (aunque reconoció que hasta un año antes había tratado de acercarse al PSOE): Socialistas Por Ourense, SPO. Se veía a la legua que el único objetivo de Troitiño era embaucar a la suficiente gente como para mantenerse en el Concello, o en su defecto ponerle las cosas fáciles al alcalde Cabezas, dividiendo el voto anti-PP para impedir que sus odiadísimos ex-compañeros se hicieran con la alcaldía. Más chulo que un ocho, se presentó a su estilo (populista de discurso fácil y verbo florido) y dijo que con 100.000 pesetas "de las de antes" de su bolsillo se montaría la campaña.

No consiguió (afortunadamente) el sillón en el consistorio, pero demostró ser un excelente gestor de fondos de campaña, porque las 100.000 pelas cundieron de carallo: la ciudad quedó empapelada con su cara, se infló a dar mitines (que se le dan bastante bien), organizaron cenas, repartieron pasquines a puntapala, atronaron las calles con mensajes por megáfono... ¡hasta fletaron un globo aerostático para pasear su jeta por los cielos!. Decían las malas lenguas (una de ellas la mía) que alomojó la campaña de SPO estaba subvencionada por la DiPPutación. Troitiño devoró con ansias todas las cámaras y micrófonos que se le acercaron, y de hecho en una de las teles locales hubo follón, porque al parecer Troitiño había puesto dinero para que hablaran bien de él y una periodista de cierto nivel acabó largándose con un portazo. Genio y figura, Troitiño. Aunque tal vez su mensaje de campaña iba un poco desviado: recuerdo haber visto que en un programa en una tele local le acercaron un micro para que contara su rollo, su opinión sobre el gobierno municipal pepero, su programa, sus proyectos para la alcaldía... y dedicó aquellos valiosos minutos televisivos ¡a rajar de sus ex-compañeros del PSOE!, reclamando noséqué dinero de unas cuotas que le tenían que devolver a él y sus seguidores. "Joder," pensé, "así que ese es su programa electoral, que le devuelvan la pasta".

Tal vez las malas lenguas tuviéramos razón al decir que SPO era una criatura del PP para dividir el voto opositor y mantenerse en el poder, o tal vez estuviéramos equivocados. Pero "se non è vero, è ben trovato", porque eso precisamente fue lo que consiguió. Con casi 3.000 votos (exactamente 2.938), SPO se quedó por debajo de ese injusto y antidemocrático umbral del 5% que la ley electoral impone para entrar al reparto de concejales: 4,98%, que con un reparto proporcional justo (sin exclusiones a priori como impone ese 5%) le hubiera dado un concejal. Troitiño se quedó a unas 200 papeletas del Concello. Pronto agarré la calculadora y empecé a hacer números sobre "¿y si...?" (el auténtico y genuino deporte nacional español: las cábalas, practicadas en las elecciones, en los mundiales, en Eurovisión, en la liga de fútbol...): si los casi 3.000 votos de los socialistas de Troitiño se hubieran sumado al PSOE oficial, le hubieran quitado un escaño al PP y Cabezas habría perdido la mayoría absoluta (y con seguridad la última ciudad gallega con mayoría absoluta del PP). Así que, independientemente de los planes que tuviera Troy-Tiño (¿a quién habría apoyado de haber entrado en la corporación? Ay, esa es la gran pregunta cuya respuesta nunca conoceremos - ¿o sí?), Cabezas y Baltar pudieron estarle muy agradecidos.

El tercer intento: de estrella independiente a estrella "galeguista"

Algo debe haber, me huelo, porque su cotización mediática ha subido considerablemente desde 2003. Cuando era el líder del segundo partido de la oposición en el Concello, políticamente era un cero a la izquierda, pues ocupaba su tiempo en darse de hostias con sus compañeros socialistas mientras el PP hacía y deshacía a su antojo, a veces incluso con su apoyo. Pero desde que es un mindundi que representa a menos de 3.000 votantes (dicho sea con todos los respetos), chupa más cámara que Ana Obregón, el tío: se ha convertido en tertuliano habitual de la tele local, donde se trabaja su imagen pública, habla de lo divino y lo humano y cosecha numerosos aplausos de bajo coste rajando de ZP, ahora que está fuera del partido (que si rompe España y todo eso). Incluso hubo rumores de un acercamiento al Gran Cacique Baltar, cuando éste amenazó con romper el PPdeG allá por 2004.

Pero sigue en la brecha, tratando de recuperar el cómodo sillón del salón de plenos que tanto añora. En esta ocasión, mirando a horizontes más amplios, Troitiño se hizo con la franquicia en Ourense del Partido Galeguista de Manoel Soto. Este PG, fundado (o refundado) en 2004 no tiene nada que ver con el Partido Galeguista histórico de la II República, el de Castelao y Bóveda, en el sentido de que su supuesto nacionalismo gallego está sólo para "hacer bonito" y dotarse de una especie de abolengo y noble estirpe política (algo así como el que se inventa un antepasado con título de marqués para dárselas de alta sociedad). De hecho, el Partido Galeguista actual está formado por una variopinta amalgama de ex-miembros centrifugados de otros partidos nacionales (como Troitiño), que por un motivo u otro fueron expulsados o se largaron echando pestes. Sin ir más lejos, ese es el caso de uno de sus fundadores y actual secretario general, Manoel Soto, ex-alcalde de Vigo por el PSOE del 79 al 91. Visitando su web la impresión que me dan es la de un "galeguismo", en una palabra, SOBREACTUADO, con esa exageración de gestos y afectación del converso de conveniencia. Los nacionalistas gallegos se parten de risa (o se encabronan) al ver a estos nuevos galeguistas, cuyo galeguismo práctico está más bien en la línea del de PPaco Vázquez (al candidato del PG a la alcaldía de A Coruña, "galeguista" de pro, sólo habla castellano y utiliza el topónimo LA CUruña, auténtico grito de guerra de nuestro actual embajador en el Vaticano - que no en el Batikano). En fin, hecho de ambigüedades y sin nada definido, este nuevo Partido Galeguista se llama "Galeguista" por llamarse de alguna manera, y no por otra cosa.

Troitiño ya no podrá ser alcalde, pero se ha lanzado con entusiasmo a esta su tercera campaña, confiado en superar aquella maldita barrera del 5% y regresar al Concello: las encuestas dicen que alomojó lo logra, aunque lo más probable es que repita la jugada del 2003 y logre salvar la mayoría absoluta del PP, dividiendo el voto progresista. Si lo hace conscientemente y en qué grado los miembros de su lista comparten esa estrategia es un misterio, pero Baltar mueve los hilos más insospechados, en esta provincia. Ha recuperado sus amigos de los movimientos vecinales (los ha metido en la lista), y como la otra vez está desarrollando una campaña por todo lo alto, no sé si por 600 € o por algo más. Y sigue saliendo por la tele local, con otros miembros de su candidatura, mientras centra su campaña en los barrios de la periferia (como el mío), con sus mítines a pie de calle y su discurso arrebatador y populista de toda la vida.

Pero claro: una cosa es oírle hablar en sus mítines, y otra muy diferente es verle actuar en las instituciones, y esto último, por desgracia para él, ya lo hemos visto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

discúlpeme pero el que escribió esta sarta de mentiras es alguien que no conoce para nada la política municipal o bien un amargado y fustrado político, si diera la cara tal vez podríamos hacer otra verbalística historia de su personaje. porfavor no lo compare con la oveja disfrazada de lobo "Salgueiro".

Anónimo dijo...

Todo lo que se cuenta es lo sucedido y los ourensanos lo sabemos porqué así se contó y hay hemerotecas.

A dónde va Troitiño arrasa...arrasó al PSOE y ahora al PG. Pero dentro de 4 años lo volveremos a ver y mientras tanto a vivir de la teta de los impuestos y a participar en el Pi-Ojo Crítico a sueldo de Baltar.

Los demagogos como Troitiño ya no engañan a nadie, la sociedad ha madurado mucho y al pájaro este se le ve a la legua.

Anónimo dijo...

Muy didáctico y bien documentado blog, le felicito paisano! Más que suficiente material para dibujar a este eterno candidato que siempre me ha provocado especial repelús.

Confiaba que estas elecciones su sonrisa de falsete no apareciera bajo ninguna sigla pero bueno, para eso están estos partidos sumidero, vease PG o Terra Galega...

En resumen, que para estos personajes vale todo por llegar al poder y al ciudadano que lo zurzan. La única duda es ¿con que se presentará en las próximas elecciones? tiemblen amigos!!

Small Blue Thing dijo...

Hola, soy Troitiño. Probablemente me recuerden de partidos como "Orense forever" o "Tránsfugas, tránsfugas, tránsfugas"... XDDDDDD

Anónimo dijo...
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Dejen a nuestros ancianos tranquilos
19A-lomojó