Estampitas electorales I: la última será la primera
La política municipal siempre ha tenido un halo de respetabilidad, al menos hasta que empezaron a aflorar los pelotazos urbanísticos tipo Marbella. Es decir, los políticos locales eran vistos como gente cercana, gente de la calle, personas con las que te cruzabas de vez en cuando o coincidías en un bar, mientras que los del Congreso y otros grandes prebostes eran vistos como lejanos, como elites alejadas del pueblo y de eso tan simpático que se llama "el sentir de la calle". Por el contrario, los munícipes conocen nuestros asuntos de cerca, podemos ir a hablar con ellos, están alejados de esos asuntos en los que los ministros y parlamentarios emplean su tiempo y montan guerras interminables, y que nos tocan de refilón.
Tras varios años de uso de razón, mi conclusión es la contraria: es a nivel municipal donde se ven más chanchullos, marrullerías, corruptelas, miserias y golpes bajos. Los Zapateros, Rajoys, Aznares, Felipes, Pujoles y Carodes me parecen todos unos castos querubines al lado de muchos alcaldes y aspirantes a alcalde, especialmente en los pueblos. Dicen que cada país tiene los gobernantes que se merece, y es bien cierto: añadiría que cuanto más te acercas "al pueblo", más "parecidos" son gobernantes y gobernados. Desde pequeño he contemplado, en el entorno de mi ciudad de Ourense y de las aldeas de mis padres en municipios rurales de la provincia, las mezquindades y fullerías escandalosas que se montan cada vez que vienen las municipales. En las elecciones generales y autonómicas también hay chicha, pero en este caso los alcaldes y militantes sólo son infantería de las grandes batallas de los partidos; en cambio, en las municipales, esta gente se juega su propio puesto, no el del jefe de filas, con lo que la guerra es a cuchillo. Acarreos de votantes, vejetes a los que les ponen el voto en la mano en sobre cerrado, transfuguismos, traiciones... caciquismo, en una palabra, esa enfermedad de la democracia de la que Galicia no acaba de librarse. Este estilo de política, para más inri, está asumido como "normal" por gran número de gallegos, como si fuera parte del clima y del paisaje, como el orballo y las xestas. Afortunadamente las generaciones más jóvenes empiezan a rebelarse contra este estado de cosas, de la manera que hay que rebelarse: con el voto. Y así, a medida que se produce el hecho biológico (la generación anterior desaparece - o los viejos se van muriendo, hablando en plata), la situación se va corrigiendo. Pero la cosa va para largo.
Para dar a conocer el grado de degradación y marrullerismo político de mi tierra, voy a hablar de varios casos sangrantes, sucedidos en los últimos años, a los que he llamado "Estampitas electorales". Estos casos, que hemos vivido en los medios de comunicación, dan la medida de la escasa calidad de la democracia que vivimos, al menos por acá.
La última será la primera
(antes de continuar quiero mostrar mi agradecimiento por la magnífica hemeroteca on-line de La Voz de Galicia, si la cual este artículo no hubiera sido posible)
El caso más sangrante de marrullería política de los últimos años lo vivimos en el Concello (ayuntamiento) de Porqueira, en la comarca de A Limia (a unos 35 km al sur de Ourense capital). La historia es así: tras muchos años de gobierno del PP con mayoría absoluta, en las municipales de hace cuatro años se produjo el vuelco: el BNG ganó las elecciones con 419 votos (4 concejales), frente al PP (359 votos y 4 concejales); el PSOE, con 121 votos y un concejal, quedó último. Tras las elecciones, el PSOE y el BNG firmaron un acuerdo para formar coaliciones de gobierno y se apoyaran mutuamente en aquellos concellos donde fuera posible. En Porqueira, significaba que la única concejala socialista, la cabeza de lista del PSOE Susana Vázquez Dorado, apoyaría al candidato del BNG. Así se acordó y así se instruyó a los implicados.
Pero hete aquí que llegó el pleno de constitución del ayuntamiento, y la señora Vázquez Dorado, en lugar de votar al candidato nacionalista (como había acordado y le había ordenado su partido), sorprendentemente se votó a sí misma para alcaldesa, recibiendo de inmediato, de forma no menos sorprendente, los cuatro votos del PP. En virtud de vaya usted a saber qué acuerdo entre el PP y Susana Vázquez (un tamayazo en toda regla), quedó elegida como nueva alcaldesa de Porqueira la candidata menos votada.
Esto debería darnos cierta perspectiva sobre la vieja cantinela pepera de "debe gobernar la lista más votada". Cada vez que el PP ve amenazado un gobierno suyo (el nacional, cualquiera autonómico o municipal) por un posible acuerdo entre otros partidos (ellos casi nunca pueden pactar con nadie, gracias a su política de "fuera del PP todo es ETA"), enseguida sale el pre-ex-alcalde de turno o algún gran preboste del partido, para gimotear y rasgarse las vestiduras diciendo que, si son los más votados, tienen que gobernar por cojones, y que los acuerdos post-electorales (que son consustanciales a un sistema parlamentario como el nuestro) son una especie de "traición" al electorado. Otro día hablaré de la vieja magufada esa, que mucha gente considera "lógica y razonable". Por hoy, baste con decir que esa regla, como buena ley del embudo que es, sólo rige cuando se trata de beneficiar al PP: cuando la lista más votada es la de otro (el BNG en este caso), el PP no sólo no tiene inconveniente en hacer un pacto de segundo y tercero para derrocar al primero (lo mismo que tanto censuran en los demás), sino que, si hace falta, incluso son capaces de dar la alcaldía a la candidata con menos votos.
El escándalo formado fue de órdago: tras una investidura llena de tensión e insultos (¡Traidora! ¡Vendida!), la paisana Susana fue expulsada a patadas del PSOE y denunciada a la comisión anti-tranfuguismo; el BNG y el PSOE se enfrentaron por el asunto, llegando a poner en peligro su acuerdo global; se presentaron denuncias por cohecho al haber indicios de acuerdo bajo mano entre Susanita y el jefazo comarcal del PP, Isaac Vila... Se sospechaba que el PP le había ofrecido un puesto de trabajo en un organismo de la DiPPutación PProvincial (el cortijo particular de José Luis Baltar) y una hermosa cantidad de dinero a la susodicha, a cambio de impedir que el BNG entrara a gobernar en Porqueira. Toda la operación contó con el beneplácito del PP provincial (Baltar definió lo sucedido como una "cerdada consciente (je je je)"), pero para que la cosa no cantara demasiado, los concejales del PP en Porqueira no entraron en el gobierno: de este modo, Susanita pasó a gobernar sin grupo de gobierno, por decreto, con el respaldo del PP, convertida en una especie de monarca municipal.
El caso es que finalmente Susanita fue declarada tránsfuga por la comisión del Congreso encargada, declaración que ella se pasa por... y que no impide a sus nuevos amigüitos del PP presentarla a la reelección, esta vez sí, como su candidata, por el PP (a pesar de que el propio Rajoy anunció medidas antitránfuga). Además, las denuncias por cohecho fueron archivadas (aunque el PSOE ha recurrido), con lo que la nena salvó el culo... de momento.
En fin, que ella, más chula que un ocho, sigue aferrada a su trono y con intenciones de repetir para la próxima legislatura. Claro que debe pensar que alomojó no volverán a votarle los 121 votantes del PSOE que le dieron el asiento en el consistorio (recordemos, fue la menos votada, y traicionó a los que la votaron: es decir, se representa sólo a sí misma). Así que, ante el peligro de que ella y sus amigüitos del PP se queden con los menos de 400 votos del 2003 y los del BNG vuelvan a ganar las elecciones, parece que Susanita ya ha empezado a tomar medidas: misteriosamente, en un mes, el censo electoral de Porqueira ha crecido un 10% (un 10%, que se dice rápido, de 1.001 a 1.102 - casi tantos como votos cosechó la alcaldesa en su momento). El INE está investigando, porque esto huele a censo inflado (y no es el único: 30 municipios, de 92 que hay en la provincia de Ourense, están siendo investigados - esta es otra de las repugnantes prácticas caciquiles de las que hablaba al principio, tan típicas por mi tierra). Ante preguntas de la prensa, la Zarina Susana ha respondido, con esa chulería y contundencia que la caracteriza, que no hay ninguna irregularidad y que todo está en orden. Es decir, que ya sabemos quién ha apuntado a esa gente y por quién van a votar. Susanita ha aprendido mucho estos años.
Habrá que estar atentos al 27 de Mayo en Porqueira, provincia de Ourense.